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ULTIMO MOMENTO

RESUMEN RACING - RAFAELA

En Avellaneda, la Academia igualó 1 a 1 ante Atlético Rafaela, cuyo arquero Sara le detuvo los dos remates a Pepe; Carignano y Ortiz.

En el receso, Racing había apostado casi todo al nueve. Lo encontró en José Sand, que dejó México para volver a romper redes en el fútbol argentino. La última semana, Luis Zubeldía, entrenador de la Academia, definió el rol del ex Lanús en el andamiaje de su equipo: "Sand es nuestro dios".

Pues bien, si Sand es el dios, entonces Racing es ateo y quedó en penitencia. De otra manera no se explica la carencia de ideas y juego asociado que tuvo la Academia para buscar a su referencia de área. Nunca le llegó la pelota clara, jamás pudo definir en soledad ante el segurísimo Guillermo Sara, quien, además, tuvo su tarde consagratoria en el Cilindro de Avellaneda.

Como de costumbre, y por más que las incorporaciones auguraran un equipo glamoroso y rodado -Camoranesi y Villar garantizan fútbol del bueno en la mitad de la cancha-, Racing no para de sufrir. En la primera jugada que armó Rafaela, le convirtió. Tras una desinteligencia en un lateral, Carignano quedó solo y con un remate cruzado fusiló a Saja.

No había novedad en Avellaneda. Racing parecía un equipo masoquista. Armado hasta los dientes para lastimar al rival, dejaba grietas en el fondo que los oportunistas de siempre aprovechaban. Nada nuevo. Lo nuevo, aunque efímero, fue la reacción local. Tardó apenas dos minutos en empatar, y lo hizo gracias a los recién llegados: córner de Villar -de buen primer tiempo, aunque luego se quedó sin nafta- y cabezazo al gol de Ortiz. Apenas iban 12 minutos; quedaba mucho partido para que Racing concretara todo lo bueno que insinuaba.

El guión del espectáculo que siguió en Avellaneda fue impredecible. Racing buscó abriendo la cancha por ambas bandas con Villar y el movedizo Centurión; Rafaela se preparaba para contragolpear. En uno de esos zigzagueos ofensivos de Centurión, encaró, fue hasta el fondo y cayó en el área rival. Pezzotta, bien, dio el penal. "Ésta es la mía", habrá pensado Sand, cuyo trabajo hasta ese momento era lo más parecido al de una boya en el medio del mar. Estático, el delantero, que con otras camisetas tantas veces había castigado el arco de la Academia, se dedicaba a forcejear con los centrales del elenco rafaelino. Agarró la pelota y buscó asegurar el remate. Sara se estiró, levantó las piernas y contuvo el remate.

El derrotero del nueve siguió en el segundo tiempo. Porque la cancha fue un plano inclinado hacia el arco de Sara, y porque Pezzotta vio otro penal. Esta vez, se lo hicieron al propio Sand. "Chino, Chino", entonó el Cilindro, como arenga para Saja, la otra opción para el tiro. No hubo caso. El nueve buscó su revancha. No la tuvo: pateó sin convicción y Sara volvió a adivinar.

En la acción siguiente, el correntino desvió una pelota en el borde del área chica que sí se transformó el gol. Pudo haber habido un tercer penal, por una infracción a Cámpora. Racing pudo y debió haber ganado. Pero el dios, su dios del gol, no estuvo en su mejor tarde. 


Anuló mal un gol y no vio un tercer penal

Aunque Sergio Pezzotta haya acertado en el penal a Centurión (hay contacto antes de que el jugador de Racing se caiga) y en el de Vella a Sand (empujón), condicionó el resultado con dos sanciones. En una, anuló por su cuenta el gol lícito del delantero correntino al desviar una pelota que se iba afuera; su asistente, Francisco Noguera, había salido corriendo hacia la mitad de la cancha. Pezzotta tampoco vio la patada que recibió Cámpora sobre el final del partido, cuando tenía todo para definir, que habría supuesto el tercer penal de la tarde para Racing.


FESTEJO VISITANTE

Sara, dueño de los abrazos

Fue el blanco predilecto de los abrazos de sus compañeros. Por él, Atlético se llevó a Rafaela un punto valioso. Guillermo Sara habló de los disparos que le atajó a José Sand: "No sabía cómo pateaba los penales, por eso me tomé el tiempo para estudiarlo desde el momento en que agarró la pelota. En los dos, pensé que la iba a cruzar para asegurarlos, y así fue", reconoció el guardavallas.

A unos metros, Rubén Forestello, entrenador rafaelino, dio su visión del encuentro: "Siempre es importante, por eso lo festejamos entre todos. Hemos entregado todo, pero debemos mejorar mucho para conseguir el ideal". El capitán, Lucas Bovaglio, fue el más contundente de todos y le agradeció a Sara: "Las manos de Guille [por Sara] nos salvaron un punto", admitió, antes de subirse al ómnibus y emprender el viaje a Rafaela.


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