La medición del tiempo es subjetiva. Extenso o escueto según el
contexto de quien lo haya transcurrido. Un mismo período puede resultar
más largo para alguien que para otra persona. Ricardo Centurión estuvo
un año en el Genoa. ¿Poco? No, mucho. Aunque no consiguió titularidad,
esa experiencia le permitió incorporar enseñanzas como jugador y también
en otro campo más profundo: en el crecimiento que excede a la pelota.
Habla pausado en el mano a mano con Olé . Se lo ve con aplomo.
Mira la cancha del Cilindro que volverá a pisar con la casaca de Racing.
Repasa su reciente pasado. Y se entusiasma con lo que puede venir.
-¿Con qué tenías ganas de reencontrarte?
-Con todo. Extrañé todo. Cuando te vas afuera siendo muy chico (tiene 21 años), se extraña el entorno familiar, tus amigos de la vida y los del vestuario. Te cuesta la adaptación, como me pasó a mí. Pero hoy estoy acá, con un grupo nuevo en el que nos estamos conociendo. Parecen todas buenas personas.
-¿Qué te dejó el paso por el fútbol italiano?
-Más allá de lo futbolístico, aprendí en otros detalles. Crecí, empecé a escuchar a quienes me hablan de buena leche. Acepto las críticas, como siempre, y reconozco lo que yo hice. Tuve un buen primer semestre en Racing. Después, en muy poco tiempo, me pasaron muchas cosas y no me daba cuenta de algunas en las que iba a fondo.
-¿En qué cuestiones?
-Es que en los primeros meses estuve con un amigo que me acompañó. Sin mi familia cerca, aprendí mucho: a estar solo, a pensar más y maduré. Ahora me tomo el tiempo de aprovechar otras cosas.
-¿Por ejemplo?
-Disfruto más del vestuario. Estoy más tiempo ahí adentro, hablo con el kinesiólogo, con el masajista, con todos... Ahora llego dos horas antes y me quedo más tiempo después de los entrenamientos. Antes no veía la hora de irme del vestuario para almorzar con mis compañeros. Eso no era nada malo, pero hoy le pongo un freno y hago todo lo que debo hacer: si necesito masajes para recuperarme, me quedo; si tengo que pasar por la pileta de agua fría, lo hago; si tengo que hacer ejercicios de kinesiólogo, lo mismo. Antes me iba rápido, aunque después no tenía nada que hacer en mi casa. Hoy lo pienso dos veces, disfruto más.
-Pese a no tener continuidad, ¿te dejó enseñanzas tu etapa en el Genoa?
-Con Gasperini (técnico) jugaba poco, pero desde afuera y en los entrenamientos aprendí. Compartí el vestuario con un campeón del mundo como Gilardino. Era un grupo muy bueno. Lamentablemente me tocó jugar poco porque el técnico me necesitaba en otra posición y no me acostumbré.
-¿Qué te pedía?
-Paraba cinco atrás y yo debía marcar más. Me costaba porque soy más de irme al ataque y no volver bien. Pero eso me sirvió para tener más sacrifico en la marca. Y con la pelota, traté de corregir lo que hacía antes, cuando llegaba al fondo y no pensaba tanto en cómo terminar las jugadas.
-¿Estás más pensante?
-Sí, entendí que debo ser más pensante en la terminación. Tengo que apostar a dársela a un compañero en vez de desbordar y tirar un centro a la nada... Al fútbol italiano uno a veces lo ve aburrido, muy táctico y físico. Y es así. Si el técnico te pide que marques a uno, tenés que morir con ese.
-¿Qué te provoca poder entrenarte con Milito?
-Es un jugador con gran trayectoria y muchos años en Italia. Como también estuvo en el Genoa, cuando llegué me hablaron mucho de él. Siempre me gustó su juego y es muy lindo compartir un vestuario con él. Le va a aportar mucho a este club y a nosotros nos va a traer calma para jugar tranquilos.
-¿Se está armando un equipo para qué?
-Hay que ir despacio, estamos en un proceso de pretemporada. La ilusión de ser campeones no se la podemos sacar a la gente. Hablando de lo personal, me voy poniendo a punto en lo físico; en ese sentido no estoy bien. Quiero llegar al máximo como pude estar en un momento.
-¿Llegás con muchas ganas de revancha tras tu primer ciclo en Racing?
-Con Zubeldía estuvimos cerca del campeonato, teníamos equipo para ser campeones y dolió mucho no poder lograrlo. Volví con mucho hambre de gloria. Sé que no es fácil, hay equipos muy bien armados.
-Te fuiste luego de un cruce por Facebook con un hincha al que le dijiste que te ibas a llenar de plata y él no. ¿Qué pensás?
-Exploté de esa manera queriendo causarle dolor a ese chico que ni conozco, pero atrás de ese mensaje mío hubo millones de él. Si me hubiera criticado a mí, jamás le habría contestado porque soy profesional al ciento por ciento. Pero cuando se meten con mi familia, es otro tema. Ese día estallé por el lado de la plata, pero respeto mucho a la gente de Racing. Si todos supieran la familia que tengo...
-¿Cómo es?
-Muy laburante. Ojalá alguien de ustedes (periodistas) o quien sea pudiera conocerla. Acepto que me equivoqué con lo del Facebook y le pido disculpas a los hinchas de Racing. Ellos saben lo que uno sufre en Inferiores, que no todos son lindos momentos. A mí me pueden decir que soy un pibe raro, que tengo cara rara o lo que fuera. Eso no me molesta. Pero hay una familia atrás a la que le duelen las cosas que se dicen.
-¿Qué te gustaría que se conozca de tu familia?
-Mirá, mi vieja es de fierro. Se levanta todos los días a abrir el local de ropa femenina. Se lo puse yo, además de comprarle un auto. Mi hermana más grande está formando su familia y el otro día fue a la 9 de julio a poner un puesto ambulante y vender gorros, sombreros y otras cosas de Argentina en el Obelisco, para poder llevarle un plato de comida a mi sobrina. Después, tengo un tío que labura casi 24 horas en una fábrica, una abuela jubilada, una hermanita que estudia... A mí nadie me regaló ni me regala nada. Mi familia estuvo siempre, más en las malas que en las buenas. Y de a poco le voy dando cosas.
-¿Con qué tenías ganas de reencontrarte?
-Con todo. Extrañé todo. Cuando te vas afuera siendo muy chico (tiene 21 años), se extraña el entorno familiar, tus amigos de la vida y los del vestuario. Te cuesta la adaptación, como me pasó a mí. Pero hoy estoy acá, con un grupo nuevo en el que nos estamos conociendo. Parecen todas buenas personas.
-¿Qué te dejó el paso por el fútbol italiano?
-Más allá de lo futbolístico, aprendí en otros detalles. Crecí, empecé a escuchar a quienes me hablan de buena leche. Acepto las críticas, como siempre, y reconozco lo que yo hice. Tuve un buen primer semestre en Racing. Después, en muy poco tiempo, me pasaron muchas cosas y no me daba cuenta de algunas en las que iba a fondo.
-¿En qué cuestiones?
-Es que en los primeros meses estuve con un amigo que me acompañó. Sin mi familia cerca, aprendí mucho: a estar solo, a pensar más y maduré. Ahora me tomo el tiempo de aprovechar otras cosas.
-¿Por ejemplo?
-Disfruto más del vestuario. Estoy más tiempo ahí adentro, hablo con el kinesiólogo, con el masajista, con todos... Ahora llego dos horas antes y me quedo más tiempo después de los entrenamientos. Antes no veía la hora de irme del vestuario para almorzar con mis compañeros. Eso no era nada malo, pero hoy le pongo un freno y hago todo lo que debo hacer: si necesito masajes para recuperarme, me quedo; si tengo que pasar por la pileta de agua fría, lo hago; si tengo que hacer ejercicios de kinesiólogo, lo mismo. Antes me iba rápido, aunque después no tenía nada que hacer en mi casa. Hoy lo pienso dos veces, disfruto más.
-Pese a no tener continuidad, ¿te dejó enseñanzas tu etapa en el Genoa?
-Con Gasperini (técnico) jugaba poco, pero desde afuera y en los entrenamientos aprendí. Compartí el vestuario con un campeón del mundo como Gilardino. Era un grupo muy bueno. Lamentablemente me tocó jugar poco porque el técnico me necesitaba en otra posición y no me acostumbré.
-¿Qué te pedía?
-Paraba cinco atrás y yo debía marcar más. Me costaba porque soy más de irme al ataque y no volver bien. Pero eso me sirvió para tener más sacrifico en la marca. Y con la pelota, traté de corregir lo que hacía antes, cuando llegaba al fondo y no pensaba tanto en cómo terminar las jugadas.
-¿Estás más pensante?
-Sí, entendí que debo ser más pensante en la terminación. Tengo que apostar a dársela a un compañero en vez de desbordar y tirar un centro a la nada... Al fútbol italiano uno a veces lo ve aburrido, muy táctico y físico. Y es así. Si el técnico te pide que marques a uno, tenés que morir con ese.
-¿Qué te provoca poder entrenarte con Milito?
-Es un jugador con gran trayectoria y muchos años en Italia. Como también estuvo en el Genoa, cuando llegué me hablaron mucho de él. Siempre me gustó su juego y es muy lindo compartir un vestuario con él. Le va a aportar mucho a este club y a nosotros nos va a traer calma para jugar tranquilos.
-¿Se está armando un equipo para qué?
-Hay que ir despacio, estamos en un proceso de pretemporada. La ilusión de ser campeones no se la podemos sacar a la gente. Hablando de lo personal, me voy poniendo a punto en lo físico; en ese sentido no estoy bien. Quiero llegar al máximo como pude estar en un momento.
-¿Llegás con muchas ganas de revancha tras tu primer ciclo en Racing?
-Con Zubeldía estuvimos cerca del campeonato, teníamos equipo para ser campeones y dolió mucho no poder lograrlo. Volví con mucho hambre de gloria. Sé que no es fácil, hay equipos muy bien armados.
-Te fuiste luego de un cruce por Facebook con un hincha al que le dijiste que te ibas a llenar de plata y él no. ¿Qué pensás?
-Exploté de esa manera queriendo causarle dolor a ese chico que ni conozco, pero atrás de ese mensaje mío hubo millones de él. Si me hubiera criticado a mí, jamás le habría contestado porque soy profesional al ciento por ciento. Pero cuando se meten con mi familia, es otro tema. Ese día estallé por el lado de la plata, pero respeto mucho a la gente de Racing. Si todos supieran la familia que tengo...
-¿Cómo es?
-Muy laburante. Ojalá alguien de ustedes (periodistas) o quien sea pudiera conocerla. Acepto que me equivoqué con lo del Facebook y le pido disculpas a los hinchas de Racing. Ellos saben lo que uno sufre en Inferiores, que no todos son lindos momentos. A mí me pueden decir que soy un pibe raro, que tengo cara rara o lo que fuera. Eso no me molesta. Pero hay una familia atrás a la que le duelen las cosas que se dicen.
-¿Qué te gustaría que se conozca de tu familia?
-Mirá, mi vieja es de fierro. Se levanta todos los días a abrir el local de ropa femenina. Se lo puse yo, además de comprarle un auto. Mi hermana más grande está formando su familia y el otro día fue a la 9 de julio a poner un puesto ambulante y vender gorros, sombreros y otras cosas de Argentina en el Obelisco, para poder llevarle un plato de comida a mi sobrina. Después, tengo un tío que labura casi 24 horas en una fábrica, una abuela jubilada, una hermanita que estudia... A mí nadie me regaló ni me regala nada. Mi familia estuvo siempre, más en las malas que en las buenas. Y de a poco le voy dando cosas.
- SI LO USAS TRANSPIRALO, BASTA DE FARANDULA, VOLVAMOS A CREER EN EL FUTBOL