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ULTIMO MOMENTO

SER PROTAGONISTAS

Cuando ya muchos insistían que los tiempos del reinado habían terminado y debía retirarse al castillo, el Príncipe demostró que hay uno solo. Pensó, jugó, ordenó, clavó dos, estuvo en las jugadas de los otros tres. 

Lo necesitábamos y volvió, con capa, corona y espada. Quizás se haya sentido más cómodo con esta modo explosivo, que en 20 minutos habíamos llegado más al arco que en los últimos tres partidos. Esta versión electrizada y ambiciosa se pareció mucho a la imagen del verano, donde embocamos mucho pero nos costaba dejar el arco en cero. 

Es que fuimos dos Racing. Por un lado, un "Racing Jekyll" (inventor) en ataque, picante, creando muchísimas, subiendo marcadores de punta a situación de gol (el de Díaz, esta vez sin la venda épica de aquel gol que nos dejó afónicos contra Central), con sociedades varias, excelentes (Au)Tito Noir –que casi mete un merecido doblete-, Facundo Pereyra, Roger y un Príncipe que jugó el mejor partido de los últimos seis meses, y el seis fue el número cabalístico gracias a la santa fe ofensiva. La clave fue futbolística y anímica y tuvo en el centro a Milito, que anduvo metido, rápido, capaz de un taco para Tito... Por otro lado, un "Racing Hyde" (terrorífico) en defensa: perdiendo las marcas, descoordinados Vittor y Sánchez, sin terminar de sacarla, llegando tarde a los rebotes, haciendo que el Chino la busque adentro tres (tres!!) veces y saque cinco goles hechos, todo eso pese a que la Bruja hizo su mejor partido desde que llegó. 

Nos cuesta uno y tres cuartos sostener un resultado. Y parece que será así, sufriendo. Sí, ya sé que no es la titular, pero tenemos una de las defensas más goleadas de los dos grupos. Para peor, encima de que no podíamos liquidarlo porque Roger estaba con la pólvora cartagenera mojada, el Colorado se quedó tan flechado con el ida-y-vuelta que se olvidó de hacer los cambios antes, y no vió que Noir y Pereyra estaban fundidos. No conseguimos el equilibrio, pero además del poder ofensivo recuperamos algo muy vital: la voluntad de ser protagonistas.


Por: Sergio Wolf
swolf@ole.com.ar