En cada ataque de Belgrano, Mostaza Merlo apeló a su vieja cábala: el DT al fin tuvo un día de paz y se notó...
Ruge el Cilindro. El hombre de la cabellera de un color que los científicos aún no pudieron descifrar, acaba de sentarse en el banco de suplentes. De pronto, el estadio entero, el martillo de las gargantas, el que suele dar las sentencias más auténticas y pasionales del fútbol, golpea el estrado: “Que de la mano, del paso a paso, todos la vuelta vamos a dar”. No importó la racha negra. Ni el promedio golpeando las costillas. Ni el poco juego del equipo.El amor hacia Reinaldo Merlo es inoxidable. Y por eso la gente le dio un apoyo descomunal, un claro mensaje para los jugadores: muchachos, con la estatua no se jode.
Y, en medio de esa batalla crucial que se jugó el entrenador, Mostaza se mostró sin maquillaje. Fue recurrente ver los cuernitos en cada ataque de Belgrano y, tan bien le cayó la victoria, que al ser consultado por su histórica cábala se lo tomó con calma, con una mueca simpática, hasta se permitió responder con una alta dosis de ironía pero sin histeria: “¿Si volvieron los cuernitos? Sí, sí, parece que son importantes”.
Fue una conferencia amena. No hubo fuego cruzado con los periodistas ni situaciones vergonzosas. Se habló del partido, de los hinchas, de todo lo que se vivió. “Lo de la gente fue impresionante, siempre le voy a estar agradecido. Pero el triunfo fue de los jugadores, lo importante fue la actitud que mostraron: dejaron todo para ganar”, explicó el DT.
Por una semana, al menos, los fantasmas de su partida quedarán en un rincón. El, Mostaza, dice que nunca pensó en ellos: “Viví una semana tranquila, trabajando por Racing, como siempre. Yo pienso en ganar y planifico los partidos para eso, como todos. Y lo ante Belgrano lo logramos con justicia. Esto es largo y hay que seguir así.
